MUTISMO SELECTIVO EN LA INFANCIA

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El mutismo selectivo se presenta cuando un niño/a deja hablar y suele aparecer en la etapa preescolar. Se caracteriza porque, el niño/a, a pesar de tener la capacidad para hablar, inhibe selectivamente las respuestas verbales en determinadas situaciones sociales o ante ciertas personas de su entorno familiar o de confianza. Puede iniciarse de forma gradual en niños/as que son muy tímidos, o a partir de alguna situación estresante.

 

La ausencia de lenguaje puede confundirse con otras alteraciones lingüísticas. La principal característica del mutismo selectivo es la ausencia persistente del habla en situaciones específicas y como decimos, se inicia en la etapa de educación infantil. Se puede presentar desde los tres años, aunque es más frecuente a partir de los seis años. Los niños/as que presentan mutismo suelen presentar ansiedad con anterioridad en situaciones sociales o en algún momento de su desarrollo (ansiedad por separación, timidez excesiva, aislamiento, retraimiento social, tartamudez o enuresis entre otras). Si no se interviene, puede prolongarse más allá de la edad de inicio.

 

Pueden existir factores familiares que favorecen que el mutismo se mantenga, como sobreprotección, acomodación a un sistema de comunicación alternativo, atención excesiva ante el hecho de que el niño/a no habla o el nacimiento de un hermano/a. Podemos observar los siguientes signos que nos pueden alertar de la existencia de mutismo selectivo, como que no aparezcan palabras a partir de los dos años, no unen palabras a los tres años, vocabulario reducido a los cuatro años, lenguaje telegráfico, desinterés comunicativo, comprensión superior a la expresión, timidez o inseguridad. Cuando el niño/a evita esta situación, los adultos tendemos a facilitarla para disminuir el malestar del niño/a. Esto va a disminuir la tensión en ese momento y a corto plazo, pero no elimina el problema.

 

La intervención debe abarcar los ámbitos personal, escolar, familiar y social. Los dos objetivos principales de la intervención, serían mejorar la situación personal del niño/a a nivel psicopedagógico y la intervención en la interacción verbal por parte del logopeda, quien provoca en el niño/a la necesidad de comunicarse con las diferentes personas y entornos. Un factor importante en la intervención es la familia, adaptando las situaciones cotidianas en las que se presente la dificultad. Podemos ayudarlos enseñándoles como pueden iniciar y mantener una conversación, por ejemplo, cómo saludar, cómo puede acercarse a otros niños/as, reforzando en todo momento los intentos que hagan, tanto si son de forma oral como de forma gestual. La intervención logopédica en estos niños/as puede llevarse a cabo a través de diferentes técnicas, como aproximaciones sucesivas, desvanecimiento del estímulo, moldeado, desensibilización o refuerzo positivo, siempre teniendo en cuenta las características y contexto concreto de cada niño/a. Así, se diseñarán pautas específicas para trabajar también en el contexto escolar y familiar. Podemos hacer al niño/a consciente de su progreso y que sienta que tiene el control de su habla.

 

Debemos evitar comentarios como que el niño/a no habla, justificarlo ante las demás personas cuando no responde, compararlo con hermanos/as o compañeros, reñirle o forzarle a hablar cuando no quiera hacerlo. Lo que sí podemos hacer es ofrecer al niño/a un ambiente seguro y tranquilo, en el que se sienta comprendido, evitando hacer juicos y críticas. Es importante resaltar sus puntos fuertes, reforzando aquellas tareas que se le dan mejor. Como hemos comentado antes, hay que evitar la sobreprotección, fomentando la interacción del niño/a con sus compañeros, vecinos, amigos y amigas, participar en actividades extraescolares, salir a jugar al parque o acudir a los cumpleaños o fiestas infantiles. Es conveniente mantener una comunicación continua con el centro escolar para informar de los cambios que observamos en el niño/a.

 

 

Ante cualquier sospecha es aconsejable acudir a un especialista para detectar el problema lo antes posible, e iniciar una intervención temprana. El mutismo selectivo rara vez desaparece de forma espontánea, por lo que si no se recibe intervención se puede prolongar en el tiempo. Son niños/as que evitan hablar, escapando de estas situaciones. En esos momentos el niño/a se pone tenso, afectando estos aspectos a su desarrollo emocional, por lo que la intervención temprana es importante.

 

Os recomendamos que si detectáis alguna de estas características en vuestro hijo/a, acudáis lo más pronto posible al especialista.

 

Fdo. Asunción Navajas Santos.

Logopeda/Especialista en Educación Infantil.


Sobre la autora:

Asunción Navajas Santos.

Logopeda. Col/29-1282

Máster ABA. Análisis aplicado de la conducta en autismo y otros trastornos del desarrollo.

Técnico educación infantil.

Actualmente cursando el Máster de Neuropsicología

 

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