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En algún momento todos nos sentimos tristes. Suele deberse a que en nuestra vida ha sucedido algo, como un fallecimiento, una desilusión, una situación de estrés continuada… y con el tiempo lo superamos. Hay veces, sin embargo, en que la tristeza se vuelve abrumadora. Pero, ¿existe una diferencia real entre tristeza y depresión?

 

Es muy normal sentirse triste cuando te pasa algo malo. Pero si la tristeza es desproporcionada a su causa y el estado de ánimo negativo continúa, pensamos en un trastorno que se llama depresión. La causa de ésta no es externa, sino algo dentro de nosotros que podría ser un problema neurológico o psicológico. Entre los psicólogos que más han estudiado la depresión, se encuentran a Aron Beck, Albert Ellis o Martin Selligman.

Beck fue el autor de algunos de los cuestionarios que existen para medir la depresión, y trabajó sobre la teoría de que la depresión es el resultado de una visión negativa poco realista del mundo.

Selligman fue el primero en acuñar el término indefensión aprendida: los sucesos negativos nos hacen sentir que no somos capaces de controlar lo que nos pasa. Según cómo interpretamos los sucesos negativos, como pensar: “soy estúpido”, “ese tipo de cosas siempre las hago mal” o “me equivoco en todo”, nos sobreviene el desaliento y la depresión.

La idea de la propia culpa, también puede influir en el estado depresivo. Según la psicóloga australiana Dorothy Rowe, la infelicidad se hace depresión, cuando las personas se culpan de lo malo que sucede en su vida y del abatimiento resultante.

Pues bien ¿Qué cosas podemos hacer para evitar que la tristeza se convierta en depresión?:

  1. Disfrutar de la vida social. Salir con amigos. Ir al cine con nuestra pareja. Jugar con nuestros hijos, sobrinos, nietos….
  2. Acariciar, besar, abrazar. El afecto es importante para demostrar a quien queremos y sentirnos queridos.
  3. Esperar cosas buenas de la vida. No centrarnos en lo malo, no creer que todo lo malo nos va a pasar a nosotros, no pensar en cosas negativas, no repetirnos a nosotros mismo que tenemos mala suerte.
  4. Poner el foco en lo que suma y no en lo que resta. Intentar no atender en exceso aquello negativo que nos pueda pasar. Centrarnos más en todo lo positivo que tenemos y lo que podemos conseguir.
  5. Dedicarse tiempo a uno mismo. Salir a andar o hacer deporte, cuidarnos, comprarnos ropa o darnos algún capricho, son cosas que nos pueden hacer sentir bien.
  6. Dar otro valor a lo que sentimos. A veces lo que sentimos no es tristeza, sino otro tipo de emoción, miedo, rabia o frustración. Intentar poner nombre a la emoción que estamos sintiendo, eso nos va ayudar a identificar bien si se trata de tristeza o no.

 

Esperamos que estos consejos os sean de utilidad, no obstante como siempre decimos, es importante que ante una situación de desborde emocional o de tristeza, se solicite ayuda profesional.

 

Fdo. Pilar Muñoz Alarcón.


Sobre la autora:

Pilar Muñoz Alarcón.

Psicóloga General Sanitaria.

Máster Psicología Clínica Infanto/ Juvenil por la AEPC.

Máster sobre intervención ABA en Autismo y otros trastornos del Desarrollo por la BACB (Behavior Analyst Certification Board).

Tutora de prácticum de grado y máster de las facultades de Psicología de Sevilla, UNED y UNIR.

Coordinadora del grupo de Trabajo de Atención Temprana del Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Occidental (COPAO).

Directora del Centro de Psicología Infantil ÁBACO.

 

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