Hablar con nuestros hijos en el confinamiento (De los 12 a los 18 meses)

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En el artículo de la semana pasada hablamos del desarrollo del lenguaje del nacimiento hasta el año, qué conductas vamos a observar en ese periodo y cómo podemos ayudarles a qué se comuniquen mejor. En el artículo de esta semana vamos a seguir hablando del desarrollo del lenguaje de los 12 a los 18 meses. Volvemos a recordar que estas adquisiciones son aproximativas, por lo que un niño/a puede estar más adelantado o atrasado que otro/a con la misma edad.

 

En este periodo, los niños/as emiten sonidos intencionados, hablando con una jerga propia. Relacionan sonidos con objetos y utilizan estos sonidos para referirse a esos objetos, por ejemplo, run run para referirse a una moto. También van a inventar sus propias palabras para referirse a un objeto, una acción o un acontecimiento.

Ya son capaces de negar con la cabeza y aparecen las primeras palabras.

Estas primeras palabras generalmente son sombres de personas y objetos conocidos. A la hora de formarlas, suelen estar presentes los sonidos que usa en el balbuceo.

 

Comprenden órdenes cortas y sencillas y, al año, utilizan las palabras como una frase entera, por ejemplo, agua quiere decir quiero beber agua. Primero utilizan nombres de cosas y luego acciones. Responde cuando le llaman por su nombre y al final de este periodo va a comprender palabras como en, dentro, abajo, prendas de vestir y algunas partes del cuerpo.

 

Es importante guiarnos por los intereses del niño/a. Si seguimos su mirada y le hablamos de aquello que está mirando, va a entender mejor lo que le estamos diciendo. Debemos conocer al niño/a, saber qué está pensando y hablarle sobre ello. Si partimos de sus intereses, es más probable que nos preste atención. En los primeros años aprenden a través del juego. Los instrumentos musicales, objetos sonoros, canciones, juegos como las palmitas o el cucu tras favorecen la comunicación y desarrollan habilidades de espera de turnos.

 

Van a ser capaces de aprender hasta nueve palabras nuevas al día si las usamos en frases cortas. Aunque los niños/as, como hemos comentado antes, van a utilizar sonidos para referirse a objetos, nosotros debemos usar la palabra correcta, por ejemplo, decir ahí está el pájaro en lugar de decir ahí está el pío pío. De la misma forma, las frases deben ser gramaticalmente correctas, no decir cama tuya, sino esta es tu cama. Al igual que las frases deben ser cortas, también debemos hablar de forma lenta, haciendo pausas entre frase y frase para que pueda asimilarlas.

 

La repetición también es importante. Tenemos que repetir mucho, usar una misma palabra en frases y contextos diferentes o en los juegos.  Además, también repetiremos las palabras o frases que ellos digan pronunciándolas correctamente, pero sin corregirles, por ejemplo, si dice melo, podemos decir si, es un caramelo, o en el caso de las frases, si dice coche papá le diremos si, es el coche de papá.

 

Ya en estos primeros años comienza su desarrollo fonológico a través del balbuceo y de las onomatopeyas, que ayudan a escuchar y producir los fonemas de forma aislada. No debemos presionar para que diga algunas palabras. Podemos estimular y el niño/a lo hará cuando esté preparado/a. si presionamos, vamos a obtener el efecto contrario. Lo que si tenemos que hacer siempre en este periodo de edad es responder a sus demandas, ya sea a través de una palabra, gestos o expresiones faciales.

De la misma forma que vamos a nombrar un objeto cuando el niño/a lo señale, nosotros debemos señalar o mostrar un objeto cuando se lo nombremos a él/ella para favorecer la comprensión de estas palabras. También podemos acompañar la palabra de gestos y expresiones faciales.

 

Debemos evitar las expresiones negativas. Podemos redirigir su actividad o juego hacia otra actividad, esto es más efectivo que decir no. Es posible que tu hijo/a diga sus primeras palabras y debemos evitar pedirle que las repita, ya que esa no es la forma normal de comunicarse. También debemos evitar hacer comentarios sobre lo que ha dicho cuando esté delante. Si le planteamos preguntas constantemente, el avance va a ser más lento. Las preguntas que formulemos deben ser para obtener información, por ejemplo, ¿Quieres pan?, ¿Quieres una galleta?

 

En el artículo de la semana que viene seguiremos con el desarrollo de los 18 a los 24 meses.

 


Sobre la autora:

Asunción Navajas Santos.

Logopeda. Col/29-1282

Máster ABA. Análisis aplicado de la conducta en autismo y otros trastornos del desarrollo.

Técnico educación infantil.

Actualmente cursando el Máster de Neuropsicología

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