LA EDAD DE LOS DOS AÑOS

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Estimados lectores, hoy os vamos a hablar de la terrible edad de los dos a los tres años. Y es que en este período, coinciden una serie de factores que hacen que el niñ@ se enfrente a situaciones en las que va a perder el control emocional, lo que hace que aparezcan las temidas rabietas, que llevan a cuestionarse a los padres si lo están haciendo bien o no.

El comportamiento Infantil, evoluciona al igual que el desarrollo del niño, sufriendo cambios y modificaciones que siguen unas mismas pautas de evolución, es por ello que en los cinco primeros años de vida, el pequeño realiza los aprendizajes más importantes, y son los padres quienes deben procurar que sus capacidades se desarrollen en el momento adecuado. Y es que en esta etapa, el desarrollo neuronal del niño está en plena “ebullición” en todos los sentidos, no solo en lo relacionado con el desarrollo evolutivo, sino también con los aprendizajes sociales, de autonomía, cognitivos, etc…

Es importante que en esta etapa nos planteemos como queremos educar a nuestros hijos y que esperamos de ellos, para tener claro como actuar, consensuando como vamos a actuar con nuestra pareja y con todas las personas que están implicadas en la educación del niño. El hecho de plantearnos que esperamos de ellos, no debe llevarnos a sentirnos frustrados si no lo conseguimos, ya que desde el nacimiento estamos aprendiendo con nuestros hijos y adaptándonos a ellos, al igual que ellos a nosotros.

Dicho todo esto, vamos a centrarnos en las temidas rabietas de los dos años, y antes que nada me gustaría decir que las rabietas, son beneficiosas para los niños, ya que les ayudan a superar etapas de su desarrollo y ocasionan que aprenda a adaptarse. Es por esto, que antes de que los padres acudan al psicólogo con sus hijos porque tienen rabietas, y/o porque no se están cumpliendo las expectativas como padres que ellos querrían, es necesario esperar un poquito, leer e informarse, acerca de cómo podemos ir gestionando esta etapa con nuestros hij@s.

Lo primero que nos tenemos que preguntar es: ¿Por qué se producen las rabietas?.

  1. No hay un dominio claro de la capacidad comunicativa, lo que hace que el niño no pueda expresar lo que le ocurre, por lo que en muchas ocasiones recurre a las rabietas para manifestar su malestar.
  2. El niño aun no tolera la frustración. La ventana de tolerancia a la frustración del niño a estas edades es aun muy estrecha, por lo que cualquier cosa que no se corresponda con lo que el niño quiere hacer o vaya en contra de lo que él o ella espera, lo va a frustrar. Tolerar la frustración está muy ligado a la madurez emocional, por lo que es necesario esperar un poco para poder alcanzar esa madurez.
  3. El hecho de haber alcanzado ya la deambulación, los lleva a querer explorar el mundo, lo que hace que el niño intente investigar que ocurre a su alrededor, pudiendo llevarlo esto a situaciones peligrosas para su integridad física, que van a ocasionar que los padres tengan que intervenir para controlarlo, y va a hacer que el niño se sienta mal al no dejarlo hacer lo que él quería, pudiendo manifestar ese malestar a través de una rabieta.

 

Y ante todo esto: ¿Qué podemos hacer los padres?

  • Reforzar positivamente todo lo que hace bien e ignorar en la medida de las posibilidades lo que hace mal.
  • Distraerlo y desviar su atención ante lo que está ocasionando la rabieta.
  • Enseñarlo a relajarse, respirar con él, cantarle, o hablarle.
  • Identificar que lo lleva a la rabieta e intentar evitarlo. Por ejemplo si sabemos que cuando no duerme siesta está mucho más irritable y tenemos que ir a algún sitio, procurar que duerma.

 

A veces, aun aplicando estos consejos, no vamos a poder prevenir las rabietas. En esos casos, solo queda esperar a que se le pase y tener en cuenta que las rabietas son totalmente normales, y van ligadas a su madurez, por lo que poco a poco va a ir controlando mejor su conducta a medida que vaya creciendo y conociendo el mundo que le rodea.

 

Fdo. Pilar Muñoz Alarcón.

Psicóloga, especialista en Psicología Infantil.

 


Sobre la autora:

Pilar Muñoz Alarcón.

Psicóloga General Sanitaria.

Máster Psicología Clínica Infanto/ Juvenil por la AEPC.

Máster sobre intervención ABA en Autismo y otros trastornos del Desarrollo por la BACB (Behavior Analyst Certification Board).

Tutora de prácticum de grado y máster de las facultades de Psicología de Sevilla, UNED y UNIR.

Coordinadora del grupo de Trabajo de Atención Temprana del Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Occidental (COPAO).

Directora del Centro de Psicología Infantil ÁBACO.

 

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